domingo, 5 de octubre de 2014

La vida en la Muerte

 La chute de la maison Usher

Jean Epstein (1928)

 "Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: "¡En verdad, esta es la vida misma!" Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!"
 El retrato oval. Edgar Allan Poe

¿Qué llevó a Jean Epstein a insertar, en mitad de La caída de la casa de Usher, una adaptación del cuento sobre vampirismo artístico, El retrato oval Bueno, una compartida veneración a la literatura de Poe podría ser una respuesta. ¿Pero qué hace que un autor "traicione", entiéndanse las comillas, un relato insertando otro en medio? Quizá habría que descartar el simple eclecticismo. Quizá habría que buscar en la concepción cinematográfica de Epstein.

Escribía en La esencia del cine que "La imagen viene a suplantar a la palabra y, en consecuencia, a modificar a fondo el modo con que concebimos, clasificamos y comprendemos el mundo en el que vivimos y creamos. Además, por su continuo juego de amplificación y reducción de las cosas, por su poder de aceleración o de retardo a voluntad del curso de los acontecimientos, la imagen animada enseña la relatividad, la inconstancia de todas las dimensiones del espacio y del tiempo". Para Epstein, la vida o la muerte se confunden en los límites del tiempo; puede sucederse en un parpadeo o por el contrario flotar ingrávido sin fin. La pintura adquiere la cualidad del movimiento, del tiempo, mientras que el modelo cae inerte como el pliegue de un vestido.











































 Raúl Lorite

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