viernes, 30 de mayo de 2014

Las manos antes de Bresson

Feu Mathias Pascal

Marcel L'Herbier  (1926)

Mino, el ingenuo y bobo amigo de Mathias Pascal, le pide ayuda para interceder por él ante la bella Romilde, aprovechando que son las fiestas del pueblo y que la joven acudirá a la plaza.

"Mira...¡es ELLA!"


Mathías observa el aspecto estrafalario de su amigo y accede de mala gana a ayudarle.

Romilde vive bajo el yugo controlador de su madre. Su madre tira de ella, literalmente, para no perderla de vista. Mathias lucha contra esos tentaculos y la atrae hacia sí poco a poco.


No todo iba a hacerlo Mathias. Mino pone de su parte e inicia una inteligente estrategia, entretendrá a la madre, ese perro guardián, para que Mathias pueda hablar en solitario con Romilde.

 
 Por fin solos, los dos jóvenes se sientan tímidos en un banco de piedra. Mathias empieza a hablar por boca de Mino, pero Romilde desea que fueran palabras del propio Mathias.

"Un joven encantador, aunque tímido, me ha encargado que le diga que le ama"

"Precisamente...puede responderle a ese joven que, desde hace mucho,
 tengo hacia él los mismos...sentimientos"

A continuación, un acto crucial. Mathias se pone sus guantes para tomar la mano de Romilde, puesto cree que ha obrado de celestino por su amigo. Este gesto delicado, revelador, nos habla de la caballerosidad de Mathias. No obstante, Romilde no tarda en sacarle de su error: es a él a quien ama, y se lo demuestra tomando ambas manos entre las suyas.
"Permítame entonces pedirle para él...vuestra mano"

"Así...¿es a mí...a quien...usted...?
 
"Y enseguida, olvidando a Mino, Mathias se abandona a esta dicha tan imprevista, tan nueva"
Mathias se siente feliz ante lo inesperado. Se quita los guantes, ya ningún obstáculo moral le impide sentir las manos de Romilde entre las suyas propias. Si la mirada es la génesis del cine, las manos probablemente lo son del acto amoroso. El temblor de la carne, el reconocimiento del otro, está en el tacto.



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