miércoles, 13 de mayo de 2009

Antes no se comían fresas

Luc, la tía de Luc y la abuela de Luc sentados frente a un cuenco con agua, donde limpian unas fresas antes de comerlas. Luc coge una, la mete en el cuenco varias veces para limpiarla, la saca y se come de un bocado toda la fresa menos el rabo y el cáliz, que los arroja a un plato vacío.

(A su tía)

- ¿De dónde has comprado estas fresas?

- Son de Simeón.

- ¿Ya no compras en los Matas?

- Los Matas hace un par de años que cerraron, ahora sólo está la carnicería.

- ¿Y bajando la calle de Joma no hay dos fruterías más?

- Hay una. La otra es de moros y yo ahí sí que no compro.

- Pues seguro que tienen fresas mejores.

- ¿Qué les pasa a las fresas?

- Que no saben a nada.

- ¿Cómo que no? Saben a fresas… ¿a qué quieres que sepan?

- Es que no saben a fresa, saben a plástico. Debe ser por la mierda de fertilizantes químicos que le echan a la tierra y le quitan el sabor. Es lo mismo que con las gallinas y los cerdos, que los ceban a pienso compuesto para poder producir más y que sea más rentable. Yo tengo claro que jamás conoceré a qué sabe un huevo de verdad…es algo que mi generación ha perdido. Antes era diferente, las gallinas de corral picoteaban de la tierra y no las tenían en esas cárceles de incubadoras, cebándolas a través de un tubo. Los huevos debían tener otro color y otro sabor. Igual que las fresas.

- Antes nadie comía fresas. Por aquí es que ni las veíamos.

- Hombre, en Andalucía sí comerían, allí es donde se suelen cultivar.

- Ya, pero únicamente comerían por allí, en otros lugares no había.

- Supongo que allí no comerían naranjas y aquí sí. No habría fresas en toda España, pero en algunas zonas no sería nada raro.

- Era un artículo de lujo.

(Dirigiéndose a la abuela)

Mamá, ¿verdad que cuando la guerra aquí nadie podía comer fresas?

- No sabíamos lo que eran ni las fresas ni el salchichón.

- Aquí sólo había lo que había.

(La abuela)

- Y era bien poco. Que todos los días tenía que ir andando casi hasta Valencia a por el pan. Eso todos los días, lloviera o hiciera sol.

(La tía)

- ¿Y piña? No se comía tampoco.

- Se comería en los países tropicales.

- Pero aquí no Luc… Mira, ¿sabes quién es la hermana de la Josefa? La de Jaén. Bueno, es de Jaén pero se vino aquí de jovencita. Entró a trabajar de chacha, para limpiar, a una casa bien de Valencia. Tenían dinero…de otra forma no hubieran tenido sirvienta. Bueno, pues la señora de la casa vino un día del mercado habiendo comprado varias cosas, entre ellas una piña. Dejó todo en una mesa y se marchó. No sé a qué mercado iría para comprar una piña, quizá se la reservaron o la encargó, como te he dicho tenían bastante dinero. Al cabo de un rato regresó, preguntándose “¿No había comprado una piña? ¿Dónde estará?” La buscaba por la cocina y no la encontraba. “Dios mío, ¿dónde estará?”. Ya harta de buscar, le preguntó a la hermana de la Josefa. “Ramona, tú no habrás visto una piña por aquí ¿verdad?” “¡Yo qué voy a ver!” “¿Dónde la habré dejado?”. Ya la dueña estaba dudando si de verdad la había comprado o no. Total, que vuelve a preguntarle. “Ramona, yo he dejado aquí una piña, ¿no la has visto por ningún sitio?”. Ya sabes lo bastorra que es, se creyó que le estaba acusando de haberla robado o algo así. “¡Ya me está tocando usted el coño! Yo no he visto nada, lo único que he hecho ha sido guardar todo lo que había por la mesa, y el tiesto ponerlo en agua”. Entonces la dueña suspiró y le dijo “¿Dónde has puesto el tiesto, Ramona?”

Raúl Lorite

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