La Viena de principios de siglo XX fue floreciente en personalidades culturales. Posiblemente, la más avanzada de Europa. Allí convivieron Adolf Loos, Arnold Schönberg, Alban Berg, Webern, Wittgenstein, etcétera. En esta eminente ciudad vanguardista, un movimiento se consolidaba sobre los demás: la Sezession de Viena. Este grupo heterogéneo de artistas, con Gustav Klimt, Olbrich, Eschiele y otros, entendía el modernismo como algo alejado de los adornos formales del Art Noveau. Con una cierta severidad formal, entendían la obra de arte como aquella que agrupaba en su interior todas las demás disciplinas. El pabellón de la Sezession, creado por Olbrich y que alberga en su interior cuadros de Klimt es paradigmático.
Pero Adolf Loos estaba en contra de las medias tintas. Claro opositor del Art Noveau, sostenía que la verdadera sociedad moderna es la que prescinde del ornamento (que plasmó en un ensayo clave, Ornamento y delito). Defensor del artesano, del arquitecto funcional, y contrario a toda ínfula artística de los que él llamaba "decoradores". La vivienda debía ser para habitar, el interior debería ser totalmente habitable y el exterior sólo mera fachada, sin florituras ni extravagancias.
Karl Kraus dijo al respecto: " Adolf Loos y yo, él con los hechos y yo con la palabra, no hemos hecho más que mostrar que entre una urna y un orinal existe una diferencia, y que en esta diferencia se manifiesta la cultura. Los otros, en cambio, los que no distinguen, se dividen en dos grupos, los que usan la urna como orinal y los que usan el orinal como urna".
El 1899 diseñó el interior del Café Museum de Viena, tan despojado de ornamentos y adornos que se le llamó "Café Nihilismus".
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