Silencio, he oido un rumor, es posible que alguien se acuerde de mí. Sólo ochenta mil personas, y algunas gotas de lluvia. Arrancaba el concierto de los Héroes con su mejor tema (para un servidor), "El estanque". Allí estaba Bunbury, maestro de ceremonias, un mito en el rock hispano despidiéndose de su grupo, del grupo que le llevó a ser lo que es. Y allí estaba con sus canciones y sus momentos de intimidad, sus posturitas de Jim Morrison y sus lágrimas al acabar el concierto. Héroe de leyenda, capaz de pulirse media canción con "Uoouoo ohhhhhh", pero también capaz de escribir cosas como "Amanecí con los puños bien cerrados, y la rabia insolente de mi juventud". Bunbury y Valdivia se despidieron sentados uno al lado del otro, en los brazos de la fiebre. Hasta siempre.
1 comentario:
Estupendo...son muy pocos los que logran pillar pequeños instantes en m{agicos mágicos momentos...
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