sábado, 23 de julio de 2011

El amante lesbiano - José Luis Sampedro

 


Más de una vez se me ha cruzado por la cabeza dejar a mitad este libro de poco más de 260 páginas. Y esto os lo dice una persona que se ha leído Los pilares de la Tierra en el tren de cercanías. Quizá me puede la prosa empalagosa, la espiritualidad de turista o los diálogos tan rematadamente pomposos. Reconozco que la figura de José Luis Sampedro me es muy simpática, muy lúcida y envidiable para su avanzada edad, pero la condescendencia no va a ser más fuerte que mi espíritu crítico.

Mario es un lesbiano, sin saberlo. Lesbiano se refiere a una persona masculina, que se siente de género femenino, y le atraen las mujeres. Un lesbiano, pero además sumiso. Un ser cuya vida ha sido manejada por todos menos por él mismo. En el tránsito por esa especie de edén nostálgico donde todo parece existir al servicio de Mario, se encuentra con una mujer que le maravilló en su infancia, Farida. No descubro nada si digo que ese edén es una representación del cielo, y que las primeras páginas prometen un repaso vital, un recordatorio de todas las cosas no hechas, a lo Fresas Salvajes de Bergman. Nada más lejos. Toda la novela se articula en la transformación de Mario en aquello que siempre ha querido ser, una mujer amante de Farida.

Farida habla tal que así:
- Tú mismo. El auténtico Mario, el que viste con sus medias en tu espejo. En realidad el de siempre, aunque estuviera escondido bajo el Mario convencional...

Mario habla así:

- ¡Oh, perdón, perdón!... ¡Es que te veo tan arriba, tan superior a mí!

La historia del lesbiano me provoca una impresión alejada del supuesto progresismo del que hace gala su autor. Para mí, Mario es mujer solamente en la apariencia porque así sale retratado, con ropa femenina, y además es sumisa. Igual que su tía, igual que su padre. Nunca me daba la impresión de que Mario fuera una verdadera mujer. Quizá solamente fuera un travestido. O, puestos a imaginar, una denuncia sobre la condición de la mujer en la soc... No, simplemente la narración es confusa. Todo se articula en un "deus ex machina" muy cargante:

- ¿Cuándo es domingo aquí?
- Cuando lo sea dentro de ti.

Saltándonos el lamentable e innecesario epílogo, queda una reflexión. Para mí la piedra de toque de la novela, el sacrificio ante el ser querido. Más que el sacrificio, la entrega a la persona amada, es el verdadero núcleo de la novela. La enseñanza de que la felicidad es hacer feliz a tu amante. Quizá sea a eso a lo que Sampedro llama sumisión.






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