Hoy un gorrión se ha posado en mi ventana despertándome con dos corcheas geminadas, un tchip tchip de aguja de pino. Me he levantado con un movimiento suave y sin justificarme existencialmente. Sólo por ver a través de la rendija de la persiana sus dos patitas de acróbata brincando sobre el alféizar. Callé mi respiración. Ese pájaro convertido en símbolo, esa licencia de poetas mediocres, ese lugar común, cliché que no dejo de admirar. Porque esta mañana ha escogido mi ventana y me he sentido extrañamente afortunado.
Raoul Lorite
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