jueves, 27 de octubre de 2011

La Biblioteca de Savonarola I






Inauguro aquí una nueva sección, a la que he llamado "La biblioteca de Savonarola", donde lanzaré al fuego purificador e implacable los libros más despreciables, ignominiosos y petardos que se crucen por mi camino. Paulo Coelho, prepárate.




La sociedad burguesa se caracteriza principalmente por dos factores: la estupidez y el aburrimiento. Dentro de este marco, Helen Exley levantó su imperio basado en el concepto de "libro-regalo". Sí, "libro-regalo", no "libro que regalo", ni siquiera "libro que me gusta tanto que lo regalo". Tan sólo "libro-regalo", el objeto como finalidad, el regalo es el libro, son las hojas y los dibujitos, es la superficie. Puro objeto burgués, sin duda. Y es que me resulta impactante que alguien vaya a una librería o a un centro comercial con la intención de regalar un libro, y no sea necesario elegirlo cuidadosamente para la persona indicada. Ni siquiera hace falta saber leer, no es necesario abrir el libro. El regalo ha surtido efecto, el acto cultural de "regalar" está cubierto.

Si al pobre incauto se le ocurre abrir el regalo con forma de libro, encontrará una serie de frases de galletita de la fortuna escritas por los chimpancés menos inspirados del mundo. Frases como "hoy es un gran día, cómete la tarta y permítete un caprichito" o "deja la sensatez para el resto del año" lo demuestran.

Lo más triste de todo es que alguien tenga que acudir a libros prefabricados para desearle a un amigo o amiga un feliz día de cumpleaños, una palabra de cariño o un gesto tierno. Sólo en una sociedad gélida sucede que Helen Exley, autora de obras como "Lo siento", "Mi amiga" o "Papá, mi héroe" pueda hacerse millonaria. A la pira con ella, con sus libros-baratija, sus standard-quotes, su zen, su mierda y sus sueños-que-se-cumplen-si-los-deseas-con-fuerza. A la pira con el más fuerte de mis deseos. Arde, arde en el fuego del olvido.

Raúl Lorite

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