domingo, 9 de mayo de 2010

Casablanca - Michael Curtiz



Año: 1942
Director: Michael Curtiz
Guionistas: Julius J. Epstein
                        Philip G. Epstein
                        Howard Koch
                        Murray Burnett (obra de teatro original)
                        Joan Alison (obra de teatro original)
Producción: Hal B. Wallis
Música: Max Steiner
Fotografía: Arthur Edeson
Intérpretes: Humphrey Bogart (Rick Blaine)
                        Ingrid Bergman (Ilsa Lund)
                        Paul Henreid (Victor Laszlo)
                        Claude Rains (Capitán Renault)
                        Conrad Veidt (Mayor Strasser)
                        Sydney Greenstreet (Signor Ferrari)
                        Peter Lorre (Ugarte)
Duración: 102min.   B/N


Resulta tremendamente complicado hablar de esta película sin caer en la mitomanía. Casablanca es legendaria, a su pesar. No lo necesita. Discutía con un amigo el por qué me gusta este film. “Si están todos los tópicos, los personajes son planos, es tan académica como cualquiera de la época”, me insistía. ¿La razón de por qué me gusta? Porque tiene la cualidad de no parecerse a ninguna otra pese a englobar sus tópicos. Ni siquiera a Tener y no tener. Y no es necesaria una larga retahíla de elogios e hipérboles para mantener a este gigante en su trono. Casablanca se disfruta por sus defectos.

Desde los inicios del cine, en Hollywood se adoptó un sistema de producción de tinte taylorista. Como si de la fabricación de un vehículo se tratara, la división del trabajo era rígida y metódica. Se realizaban películas cada semana. El 1942, en plena guerra, la analista de guiones de la Warner, Irene Diamond, convenció al productor Hal B. Wallis de comprar una obra de teatro que todavía no se había estrenado. La obra se titulaba Todos vienen al café de Rick, y estaba escrita por Murray Burnett y Joan Alison. Pese al alto precio pagado por los derechos, el film iba a ser uno más dentro de la numerosa cadena de producción de la compañía. Quizá de perfil medio-alto.


Se encargó la adaptación del guión a los hermanos Epstein, conocidos por sus diálogos irónicos y cómicos. Pero no fueron los únicos. También metió mano Howard Koch, reforzando la parte melodramática y de compromiso político, además de varios guionistas no acreditados. Y aquí una de las contradicciones que más me fascinan de esta película. Cómo, a pesar de nacer de tantos guionistas (e incluso de una obra teatral previa), la naturaleza del guión es unitaria y fuertemente cohesionada. Todo tiene un equilibrio extraordinario, aunque poniéndonos pejigueros, el flashback de París podría haberse quedado muy bien en la mesa de montaje.

El año que murió Miguel Hernández, el Afrika Corps de Rommel caía en El Alamein. Fue el año en que nació Casablanca de un encargo que a priori no tenía nada de prestigioso. Una reunión de extraordinarios profesionales que dieron lo mejor de su talento. A este hecho algunos lo califican de mágico. Michael Curtiz, un emigrante húngaro que ya había dirigido Robin de los Bosques o Lobo de mar, traza la película con una claridad narrativa diáfana. Jamás el espectador se siente perdido y en todo momento es consciente de las alternativas y de las causalidades que engloban a los personajes. Si a esta película se le ha calificado alguna vez de “ambigua” no lo es por su narración, sino por las relaciones que tienen los personajes entre ellos mismos. De hecho, la propia Ingrid Bergman no sabía con quién se iba a quedar al final de la película, y le preguntó al director: “¿Pero con quién me quedaré, con Bogart o con Henreid?”. A lo que Curtiz respondió: “Tú actúa como si te quedaras con los dos”.



Nunca antes había visto a Bogart llorar, como cuando recuerda al amor perdido. Esa dureza aparente, el no arriesgar nada por nadie, se va resquebrajando cuando Ilsa vuelve a aparecer en su vida. Y surge el hombre comprometido con las causas perdidas, el hombre que luchó con la República española contra el levantamiento fascista[1]. Rick es un héroe del romanticismo, semejante a los caballeros de las novelas medievales. Y la característica de este héroe es la capacidad de renuncia, de sacrificio.
Casablanca se disfruta por sus defectos he escrito más arriba, y es cierto. Poco importa que el líder de la Resistencia se pasee por una Casablanca llena de nazis y de colaboracionistas, y que ninguno sea capaz de pegarle un tiro en la nuca nada más verlo. La credulidad se suspende en pos de una historia de renuncias, de nostalgia y de amores perdidos. Una película hecha de azar, que demuestra que ser pretencioso en el cine es la antesala de la mediocridad.


Raoul Lorite

 


[1] Un pasado que quedó censurado en el doblaje de la versión española estrenada en cines. ¿Cómo podía el paradigma del héroe romántico haber luchado con los republicanos?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupenda peli...con esta empecé a enamorarme de las pelis en ByN.
Muy bueno tu coment, como siempre un placer pasar por aquí.
Saludos.:)

Unknown dijo...

Me va a costar decir esto, pero estoy de acuerdo contigo...

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