jueves, 3 de enero de 2008

Al ir a afeitarme...

...esta mañana, he descubierto que nunca cojo la misma espuma de afeitar. Hay tres o cuatro botes en el fondo del armario y van turnándose en sus posiciones. Meto la mano y agarro el primero que tiento. Así que no tengo ningún bote casi lleno, ni prácticamente vacío. Todos están por la mitad. Igual que los tubos de pasta dentífrica (latín "dens" diente y "fricare" frotar). Cuando veo un tubo retorcido como un gusano, cojo uno nuevo. Como un gusano, enroscado en sí mismo para apurar la pasta. Siendo sincero, he utilizado mal la comparación, se convierte en gusano cuando aprietas demasiado y desborda el cepillo precipitándose viscoso por las paredes del lavabo. Entonces sí recuerda a un gusano, al estilo de Bukowski.

Tengo la impresión de que dejo también mis guiones a mitad. Tengo dos o tres ideas a la vez de dos o tres historias diferentes que se turnan en mi mente como los botes de espuma. Y cuando empiezo a escribir una de ellas, me agotan los problemas y la dejo a mitad. Así empiezo otra, hasta que surgen problemas distintos y la abandono. Quizá lo que me excite es mantenerlas en la cabeza, y darles forma allí con la ilógica del pensamiento. Porque...escribir es pensar. Y lamentablemente, por muchos "cadáveres exquisitos"que existan, escribir guiones es racionalizar. Como retorcer un tubo de pasta de dientes.

Me siento inconstante en muchas cosas, carente de fuerte disciplina. El ejemplo perfecto es este blog, al que me gusta llamarle más "cuaderno" que blog. Hay instantes en los que escribo, o publico canciones o fotografías; y hay muchos momentos que lo abandono. Desengañémonos, no se tienen cosas interesantes que decir cada día. Yo no las tengo ni cada semana. Tengo que recuperar guiones. Coger fuerzas para empezar Le clair de lune. Me agota incluso pensarlo...

Me he cortado levemente en la barbilla mientras pensaba las causas por las que tenía tantos botes con espuma de afeitar a medias. Y me pregunto por qué no haré lo mismo con las cuchillas de afeitar...

2 comentarios:

Alba Soler dijo...

Unas metáforas genialmente construidas.

Yo creo que tengo la respuesta: sentimos cierto placer inconfeso por estrenar una cosa que está nueva, por ser el primero que la toca.

Yo no colecciono botes de espuma, pero me emociona acabar un bote de algo porque se que ha llegado la hora de empezar otro. Suele pasar con los productos del baño, porque son más íntimos.

Ahora que lo pienso, puede hasta tener una connotacion sexual.

Un besito!

Anónimo dijo...

sip...tienes razón, nadie tiene cosas interesantes para escribir todos los días, creo que aunque vivamos cada día diferente, aunque sea irrepetible, nos confundimos en un sinfin de complicaciones y nos atamos las manos con miedosos y desagradables duendes que aparecen en la maldita mente cuando nos creemos gente grande...
un abrazo!!!

Plenilunio

Hoy es