Vi por primera vez Noche y niebla en una doble sesión, después de L´Atalante de Jean Vigo (¿a quién se le ocurriría?). Después de la proyección salimos conmocionados ante tamaño contraste, por un lado la poesía hermosamente vitalista de Vigo, por otro el contundente y terrorífico mediometraje de Resnais. Recuerdo que lo primero que nos invadió fue una extraña sensación de culpabilidad, como cuando en ocasiones uno se siente frágil y desnudo ante las noticias televisadas de muertes y guerras por dinero y banderas.
Quizá lo más espeluznante de Noche y niebla sea esa especie de recorrido guiado (y en color, a diferencia de las imágenes de archivo, con las que crea un gran contraste) por un campo de concentración, estilo con el cual se articula el film. Tienes la sensación de no poder escapar, de no poder bajarte cuando quieras, y tienes que ver de forma obligatoria los diversos barracones donde se hacinaban los prisioneros o los techos de las duchas de gas, cuyo hormigon se haya desgarrado por los arañazos de las víctimas, en un último estertor que da el instinto de supervivencia.
Resnais (con la ayuda de otro ilustre cineasta, Chris Marker) hace visible lo invisible. A pocos metros de las alambradas electrificadas que cubrían el perímetro del campo de concentración (donde algunos por desesperanza cortaban su vida) la vida continuaba como si no pasara nada en los pueblos vecinos. Cuentan que los prisioneros hicieron un pacto consistente en, si sobrevivían, contar al mundo entero las atrocidades que allí se cometían. Una vez liberados, se vieron incapaces de comunicar todo el horror allí cometido, unas veces por propia incapacidad expresiva, otras veces porque nadie creía que allí se pudieran haber cometido esos crimenes, pensando que los supervivientes exageraban los hechos. Este documental, sobre todo al final, está cargado de imágenes de archivo, fotografías e imágenes rodadas por las tropas británicas, que hacen visible parte del horror. Tengamos en cuenta que en 1955, 10 años después del final de la guerra, había pocas fuentes que arrojaran luz sobre el holocausto nazi.
Tengo pendiente por ver Shoah de Claude Lanzmann, el otro gran documental sobre los campos de concentración nazis. Pero este Noche y niebla es desgarrador. Y creo que es porque Resnais hace un distanciamiento del espectador con las víctimas. No existe ninguna persona ni personaje con la que el espectador se pueda identificar, sólo con la voz en over de un narrador que recita unas frases escritas por Jean Cayrol, superviviente de un campo de concentración. Todo ese modo neutro de contar los acontecimientos, incluso con dosis contadas de ironía, consigue una atmósfera agobiante que culmina con las imágenes finales de cadáveres amontonados en fosas comunes, montañas de cabellos de mujer y un juicio en el que ninguno de los oficiales nazis arrestados se declaraba responsable de lo sucedido. Entonces ¿quién es el responsable?.
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